Genéricamente se denominan así todos los archivos cuya administración sea ejercida por cualquier denominación eclesial, aunque dentro de las mismas.

Dentro de los diferentes tipos de archivo que pueden considerarse bajo este concepto existe:

Los archivos parroquiales, cuyo surgimiento, aunque de manera diferente, puede haberse producido por diversas situaciones particulares, fue decretado institucionalmente por disposición del Concilio de Trento en 1562 , al estipular como un mandato el registro de las actas sacramentales de los bautismos, matrimonios y defunciones y posteriormente también de la administración del sacramento de la confirmación. De esta forma, toda la engenta documentación generada durante siglos por estas prácticas, produjo la acumulación de enormes cantidades de libros y legajos que son la base fundamental del patrimonio eclesial de cada parroquia. Debido a la inexistencia hasta hace escasamente dos siglos de los Registros Civiles, toda la información personal, estadística, sociológica y genealógica de dichas entidades constituye uno de los mayores tesoros que ha generado y aún se mantienen bajo la administración de la Iglesia.

Los archivos diocesanos y castrenses cobijan la documentación que se ha ido recopilando interparroquialmente proveniente de las distintas parroquias que conforman cada diócesis, sobre todo, de los períodos iníciales cuyo estado de conservación resulta más urgente y necesitado de tratamiento para evitar su deterioro.